Recuerdo haber visto un documental donde relataban que los hermanos Castro habían sido expulsados de un prestigioso colegio privado por tendencia violentas y extrema crueldad. Si mal no recuerdo se trato del Colegio de Belén.
Mi tío Arturo Arencibia, fue Cabo en el ejercito de Batista. Sabia muchas cosas sobre los Castro y su pandilla.
Poco antes del ataque al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, tuvo la suerte de que lo enviaran a La Habana, a trabajar como asistente del Coronel Catazu. De no haber sido por el traslado a la Capital, hubiera corrido la misma suerte que sus compañeros.
Según le contó a mi papa, los hombres de Raul, entraron por la enfermería del Cuartel y mataron a todos los hombres que allí se encontraban, usando cuchillos, para no hacer ruido.Me parece que se necesita tener la sangre muy fría, para poder enterrarle un cuchillo a otro ser humano.
Los hermanos Castro fueron condenados a muchos años de cárcel, pero solo cumplieron tres. Batista en un gesto de buena voluntad para unir al país, los perdono y ya sabemos como le pagaron los Castro.
Tío Arturo decia que la Agencia de Inteligencia de Batista, tenia documentos que probaban, que Castro y los barbudos que estaban en la Sierra, ya años después del ataque al cuartel, eran Rojos y pretendían instalar un gobierno al estilo de los Soviéticos.
Cuando Fidel Castro subió al poder, el Coronel Catasu invito a mi tío a irse de la isla, pero el no quiso, por no dejar a mi abuela. Algunos años después, mi tío se caso y se mudo a un apartamento en el vedado, pero el gobierno de Castro, lo obligo a desalojar la vivienda para dársela a un policía y lo mudaron junto a su familia para un solar de La Habana Vieja.
A finales de los años sesenta, a solo una década desde su decisión de quedarse fallece mi tío, durante un incendio, al caer del techo, cuando trataba de averiguar lo que estaba pasando. Atrás quedaron sus hijos-futuros hijos de la Revolución.
Durante medio siglo el Régimen de los Castro se ha dedicado a glorificar ese día, como una gran asaña y un día digno de admiración. La verdad que Castro ni siquiera tuvo acceso al cuartel, pero eso lo mantuvo muy callado.
Fueron muchos, los que como mi tío, sabían lo que venia, pero nadie los quiso escuchar y sus palabras se las llevo el viento. Y como suele suceder durante tantas otras revoluciones, desaparecen tantas pequeña cosas. Las Revoluciones arrasan con todo lo que se interpone en su camino y la de Cuba no fue diferente.